miércoles, 2 de mayo de 2012

caballo chileno


El caballo chileno, también conocido como "corralero", es una raza de caballo presente en las zonas rurales de Chile, sobre todo en la zona central y sur de este país. Presenta una musculatura especializada para la velocidad y una adaptación para una vida en áreas montañosas. Sus cascos son fuertes y su doble capa de pelo lo hace muy adaptable a climas fríos así como a cálidos y secos.
Es utilizado para diversas actividades ganaderas, como para arrear ganado. Debido a su mediana alzada es especial para la práctica del rodeo chileno.
Durante el gobierno del presidente Sebastián Piñera Echenique, fue declarado Monumento natural chileno.
Historia:
Los caballos arribaron a América en 1493 en el segundo viaje de Cristóbal Colón, llegando a la Isla Española. Desde ahí se multiplicaron para posteriormente reunirse en gran número en Jamaica y México, lugares desde donde la corona concedió los caballos suficientes a los conquistadores para llevar a cabo sus expediciones al interior del continente americano. Estos caballos eran de raza española y eran principalmente de 3 tipos:
el caballo español de Castilla,
el caballo andaluz y
el caballo tipo jaca y rocín.
Los orígenes del caballo chileno se remontan al año 1540, cuando el conquistador Pedro de Valdivia introdujo desde el Virreinato del Perú en su expedición los primeros 75 ejemplares entre potros y yeguas, con los que cruzó el desierto de Atacama; en la expedición, realizada en época de poca nieve (que cae en las zonas altas) para intentar reducir la dificultad del recorrido, Valdivia perdió buena parte del ganado. Tres años más tarde, Alonso de Monroy trajo 70 animales más, los que se incrementaron con 4 remesas que llegaron desde el Cuzco, Perú, que en menos de 7 años conformaron una masa caballar de alrededor de 500 equinos, población que fue reforzada y mejorada con la inclusión de 42 reproductores escogidos de propiedad del Gobernador García Hurtado de Mendoza. Estos animales eran de pequeña alzada, pero su descendencia se mezcló con animales de mayor tamaño y con el transcurso de los años esta población relativamente aislada conformó una nueva raza.
En 1544 se consolida el caballo en el territorio chileno: esto se produce gracias al establecimiento del primer criadero del país a cargo del padre Rodrigo González Marmolejo, quien con sus propias yeguas seleccionadas establece su crianza en los sectores de Melipilla y Quillota.
En 1585 los guerreros araucanos incorporaron a sus filas al caballo gracias al genio de Lautaro. Más tarde se convertirían en jinetes más valientes y expertos, superando en muchos casos a los conquistadores españoles.
El devenir del caballo en Chile continuó con la época de la Colonia, cuando el país se dividía en dos grandes zonas:
una zona de paz, eminentemente agrícola y ganadera, ubicada entre los ríos Copiapó y Biobío, y
una zona de guerra, desde el Biobío a Los Llanos de Osorno.
En esta época el auge del caballo fue aumentando, y comenzó a decrecer cuando sobrevino la Guerra de la Independencia y los ataques a las manadas de españoles y hacendados por parte de los patriotas.
En 1820 el caballo chileno se comenzó a perfilar con tres tipos definidos por sus usos:
el de lujo o de paseo, constituido por ejemplares de contextura gruesa y corpulenta,
el de paso o viajero, que era un caballo de pechos algo más angostos, cruz baja y muy andador, y
el de marcha o trote, utilizado para faenas agrícolas y por el Ejército.
Características:
La función principal de los caballos chilenos hasta la irrupción del automóvil y las prácticas modernas de ganadería era servir como medio de transporte y como montura de quienes trabajaban con ganado, por ello la selección estaba orientada a producir animales ágiles, resistentes y de tamaño mediano.
La alzada del caballo chileno es mediana, por lo general no supera los 145 centímetros, esto ayuda a que al momento de atajar un novillo lo haga con el pecho y no con las manos. El promedio de la alzada es de 1,42 metros en los machos y 1,40 en las hembras, además la amplitud de su perímetro torácico fluctúa entre desde 1,62 a 1,82 metros.
La cabeza es "acarnerada", muy parecido al caballo andaluz. El perfil curvo comienza desde la base de la frente en la línea que une ambos ejes. Las orejas son pequeñas a medianas y móviles, de regular textura y tienen los ollares dilatados y los ojos son vivos y ligeramente cubiertos por la arcada orbital. El cuello es corto y muy grueso, además está fuertemente insertado en la paleta. La frente es completamente plana. Las crines, tanto en la cola como en la tusa, son abundantes, gruesas y ondeadas. Los cascos, por su parte, son chicos y cerrados en los talones y por lo general son de color negro. Las ancas son dobles y caídas, tiene su cola insertada muy abajo y sumida entre las nalgas. Presenta pechos grandes y duros y sus extremidades son cortas. Existen diversos colores en los caballos, en general se aceptan todos los pelajes, de preferencia tapados, eliminando definitivamente los albinos totales o parciales. El parecido que tiene el caballo chileno con el caballo árabe se debe a que hasta 1492 España estaba invadida por los musulmanes y es probable que se haya producido una mezcla entre caballos árabes y españoles, dando como resultado una sola raza de caballos.
La piel extremadamente gruesa, con crines abundantes y onduladas, y además con poca cerneja. Debido al grueso de su piel, el caballo chileno no tiene mayores problemas en los climas más fríos, sobre todo en los de montaña. Cabe señalar que Chile posee en gran parte de su territorio un clima de montaña frío, debido a la presencia de la cordillera de los Andes desde el norte hasta el extremo austral de su territorio.
El caballo chileno es de una inteligencia especial y poseedor de una incomparable mansedumbre, siendo su atributo máximo la resistencia para afrontar cualquier suerte de esfuerzos, hecho que fue demostrado durante la Guerra del Pacífico, desarrollada a finales del siglo XIX, cuando las tropas chilenas de caballería lograron cruzar sobre caballos de esta raza el desierto de Atacama y posteriormente combatir, en forma victoriosa, sobre las altas sierras de Perú.
Al igual que el resto de las razas criollas de caballos, el caballo chileno es extremadamente rústico. Su metabolismo es bajo, es muy sufrido, tiene buen sistema inmunitario y además cuenta con una gran capacidad de recuperación. Su jinete es el huaso, típico habitante rural de la zona central de Chile.



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